Podríamos seguir instrucciones para no confundirnos con la información falsa, pero solemos pasar semáforos con luz amarilla y hasta roja; tanto la percepción del peligro como la del miedo no siempre son cuestiones individuales ¿El problema son las noticias falsas o estamos ante una cuestión social compleja?
Vivimos en una “sociedad de riesgo”, un concepto que usó el sociólogo alemán Ulrich Beck en 1998 e intenta explicar cómo son las sociedades en nuestra época, caracterizada a partir de fines del Siglo XX, desde el llamado capitalismo tardío. ¿Qué implica esta experiencia social que hoy nos convoca, tiempos de la pandemia del COVID-19, desde su mirada?
No podemos pensar que la construcción social de la realidad a través de las noticias tiene el mismo valor informativo que antaño, ni les ciudadanes las consumimos en igual sentido, dia a dia nos llega mucha información de múltiples fuentes y en formatos diversos (redes, rumores, t.v., radio, etc.) que se han transformado en nuestro consumo cotidiano desde donde damos sentido a la situación que vivimos.
La sociedad de riesgo es según Beck la que emerge con el accidente de la Central Atómica Chernobyl. Luego de ese evento, la percepción acerca de los riesgos sufrió una notable transformación, la seguridad social pasa a ser el gran problema: prever lo que nos sucederá es una cuestión clave, tanto política como económica y cultural.
En los primeros capítulos de La sociedad del riesgo, Beck da cuenta que a diferencia de los viajeros medievales, quienes evaluaban los riesgos individuales antes de cada viaje (expresado en forma de aventura en los textos de la época), esta nueva percepción del riesgo se presenta como colectiva y catastrófica, ajena a las posibilidades del sujeto. En ese contexto, el autor sostiene que dicho cambio se lleva a cabo en concordancia con el aumento de las fuerzas productivas y la materialidad. De esta forma, los riesgos los genera el desarrollo productivo, creando un aumento en las situaciones de peligro. En efecto, el autor sugiere que el quiebre ha dado origen a una sociedad del riesgo, la cual, en oposición con la sociedad de la riqueza, reparte riesgos entre ricos y pobres- la clase social ya no es
lo ùnico que determina los sufrimientos .
De esta forma, el análisis de Beck lleva a suponer que la percepción del riesgo se encuentra vinculada a una necesidad de consumo. Por ende, no rompe de ninguna manera el desarrollo capitalista sino que lo expande. Los bienes de consumo, ingresos y riquezas se reparten en tanto que son recursos escasos que generan una brecha entre los diferentes grupos sociales. A la lógica de la apropiación se le impone su contrario, la negación. Por ese motivo, los daños colaterales del consumo excesivo y no sustentable son negados, puestos en duda o censurados por los grupos privilegiados que sustentan dichas prácticas y finalmente por toda la población. No obstante, en tanto efectos reales, la globalización y generalización de las responsabilidades exime a quienes tienen control directo de los medios y modos de producción. La sociedad del riesgo tiende a evitar lo peor; en otros términos, la demanda de participación se reemplaza por la demanda de protección, dando origen a la comunidad del miedo.
La amenaza de enfermedad se sosiega consumiendo información de cualquier tipo (científica, o seudocientífica como las fakenews ). Entonces volvemos a nuestro interrogante inicial, ¿cómo evaluamos la difusión de noticias que son falsas pero verosímiles, es decir creíbles? ¿Qué responsabilidad tenemos las y los consumidores, si estamos en la búsqueda de superar nuestros miedos al riesgo y anticiparnos a la catástrofe?
Esta nueva forma de concebir la Modernidad obliga a las sociedades a unirse en vistas de un riesgo que la mayoría de las veces excede las posibilidades individuales. La infodemia es un tema tanto del tratamiento periodístico como un síntoma de nuestros tiempos en el cual las redes han instalado las condiciones de posibilidad de acceso a la opinión pública en una sociedad de riesgo. El psicoanalista argentino Jorge Alemán nos recuerda que el capitalismo “està hecho de crisis”, el COVID-19 es otra crisis porque más que un sistema económico es un sistema de reproducciòn.
La incertidumbre de la sociedad de riesgo nos lleva a blindarnos con tácticas de resilencia: consumir información, aislamiento social, barbijos, alcohol en gel para evitar la catástrofe, pero así se generan más mecanismos de control y disciplinamiento. El consumo de información está condicionado por la ilusión de salvarnos; sin embargo,a veces, nos conduce a pasar semáforos en rojo e involucrarnos en la lógica del contagio. El semáforo fue creado para evitar siniestros viales, pero cuando no prestamos atención a las señales suelen provocarlos . Ya no hay un afuera del riesgo y nos invaden con información para evitarlo, enfermedad llamada “infodemia”.
Lecturas para comprender el estado de ansiedad
Llevamos más de 40 días de aislamiento y la información sobre el virus es una cuestión de consumo cotidiano, que nos convoca a una lucha por construir un relato acerca de los sucesos día a día. Intelectuales , muy conocidas y conocidos han publicado su análisis respecto a la pandemia en distintos medios.
Ante la inquietud , Giorgio Agamben, Slavoj ŽiŽek Jean Luc Nancy, Franco “Bifo” Berardi Santiago López Petit Judith Butler Alain Badiou, David Harvey, Byung-Chul Han Raúl Zibechi, María Galindo, Markus Gabriel, Gustavo Yañez González, Patricia Manrique, Paul B. Preciado, en el texto Sopa de Wuhan- de libre circulación, compilado por Pablo Amadeo, un docente de la Universidad Nacional de La Plata- nos dicen cómo la pandemia es algo más que una noticia es un acontecimiento histórico.
Podés descargar el libro gratuitamente desde este LINK.
Dra. Mónica Cohendoz. Directora Observatorio de medios ciudadanía y democracia, para la Red Regional de Voluntariado Universitario Unicen Covid-19